viernes, 5 de abril de 2013

Didgeridoo

Hace muchos muchos años, unos tres mil años, una tribu australiana estaba descansando en lo más profundo de los bosques, cuando de pronto se escuchó un fuerte sonido como de hojas y troncos. Se paró el jefe de esta tribu y se acercó a ver qué era. De pronto se encontró con un viejo árbol de eucalipto tumbado en el suelo: se había quebrado desde la raíz.
El sol estaba empezando a ocultarse y se alegró mucho al ver esto porque justo se habían quedado sin leña para la noche y con este tronco caído ya no tendría que cortar la base que era lo que más demoraría.
Miró bien la raíz y se dio cuenta de que habían muchas termitas saliendo del interior del tronco y que este a su vez estaba hueco por dentro. Decidió que usaría las ramas pequeñas primero, ya que eran más fáciles de arrancar, y el resto del tronco lo dejaría para otras ocasiones.

Entonces agarró una rama bastante larga de este árbol, se dio cuenta que no iba a necesitar mucha fuerza para romperla y lo hizo.
Al romper esta rama, vio más termitas en su interior y al cargarlo sintió que pesaba muy poco: tenía muy poca madera.

El jefe de la tribu se empezó a preocupar, se estaba dando cuenta que este árbol había sido comido casi enteramente por las termitas y que no podría ser usado como leña. Pero quería estar seguro y pensó que tenía que sacar a las termitas del interior de esta rama para ver su contenido con mayor claridad.

Entonces puso su boca en uno de los extremos y sopló con mucha fuerza y al hacerlo sintió un profundo sonido que salía de esa rama, que él lo estaba produciendo sin querer, y las termitas volaron hacia el otro lado.
Había descubierto un instrumento que producía un sonido muy poderoso. Al ver esto, se asombró muchísimo, no entendió qué estaba pasando, pero se sintió muy bien al hacerlo y lo hizo muchas veces más, hasta que salieron todas las termitas.

Cuando regresó a su tribu, todos estaban esperándolo pensando que llegaría con la leña al hombro, pero se asombraron al verlo con un solo tronco entero y que se veía liviano.
Esa noche, el jefe de la tribu les presentó el nuevo instrumento que había conseguido, lo llamó Yidaki, y aunque no hubiera conseguido la leña, a los pobladores aparentemente no les importó mucho y se quedaron escuchando el nuevo sonido que había sido traído a su tribu, extrañamente calaba tan profundamente dentro de cada uno de ellos que se olvidaron del frío, empezaron a tocarlo apuntándose los unos a los otros, entendieron lo importante que era este descubrimiento y de lo que era capaz de hacer su profundo sonido, que podía curar cualquier mal y quitar cualquier molestia, incluyendo el mismo frío.

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