viernes, 3 de junio de 2016

Perú - Bolivia - Brasil

Perú

Hola, acá yo volviendo a viajar por ahí... Tengo un viaje largo por Europa que me espera, pero eso todavía.
Esta vez tenía un vuelo Sao Paulo - Madrid, así que estas crónicas tratan de cómo llegué a Sao Paulo desde Lima.
Bueno, hay varias maneras de ir a Sao Paulo: en avión (carísimo) y por tierra. Por tierra también hay varias rutas. Dicen que hay un Bus Ormeño que va directo y se demora 5 días. Yo preferí la aventura, ir parando y conociendo poco a poco pero a la vez es la más directa.
Así que compré un boleto Lima - Puno. Me despedí de mi familia y me metí en el bus. 24 horas de viaje...
Menos mal me tocó un asiento súper cómodo, y sin vecinos. Salimos como a las 2:30pm y llegamos como a las 3pm a Puno. No hubo nada muy interesante en este tramo. La idea era solamente pasar por Puno para llegar a la frontera, y cruzar por Desaguadero. Cuando llegué, estuve preguntando en todas las líneas de bus, y todas me decían que tenía que esperar al día siguiente, porque ya era muy tarde para cruzar la frontera, pues cerraba a las 6pm y no alcanzaba el tiempo. Así que no quedaba otra que disfrutar de mi estadía.
Bueno, una vez hice un viaje en el que conocí todas las islas del Lago Titicaca y todo el encanto de Puno, así que esta vez solo tenía que hacer tiempo, pues no hay mucho que hacer en la misma ciudad.
Así que me metí en un hospedaje cerca de la terminal, y salí a pasear. Pensé: "Bueno, aprovecharé que Puno es baratísimo para comprar cosas que probablemente necesite, así que lo haré"
Había una feria en las calles, donde vendían de todo, súper barato. Encontré una señora que vendía ropa para invierno y compré unos chullos, chalina y medias gruesas, pues seguramente me harían falta en algún momento.
Y empezó a caer la noche, y a llegar el frío intenso. Inmediatamente me puse las medias, el chullo y la chalina, y me fui a comprar una zampoña. Sentí el llamado de las cañas, de los sikuris, y me dije: "es hora de aprender a tocar zampoña". Así que conseguí una por ahí. No estaba totalmente afinada.
Me fui a comer algo por ahí y luego volví al hotel. Estuve tocando la zampoña y me di cuenta que necesitaba unos ajustes. Así que saqué mis lijas y me puse a afinarla bien. Funcionó y me empecé a conectar con ella.
Fui a la terminal para compara mi boleto a la paz. El bus salía a las 6am del día siguiente y tenía que estar a las 5:30 ahí. Así que me fui a dormir temprano.
Me levanté, alisté todo y fui a la terminal. Hacía un frío terrible, creo que nunca había sentido tanto frío. Estaba amaneciendo cuando entré al bus y Puno me regaló este amanecer hermoso:



Salió el bus y me puse a contemplar el bello paisaje... Me puse a chacchar hoja de coca y limpiarme las vias respiratorias, pues había amanecido un poco resfriado. Enseguida me curé y vi a un señor a mi costado que también estaba medio mal. Le ofrecí hoja de coca y muy contento, me agradeció y agarró. Luego estuve hablando con el señor, que era muy buena gente. Era de Cusco, y se iba a La Paz a visitar después de mucho tiempo. Al conversar con él, la gente alrededor me empezó a hablar también y preguntar de dónde era, a dónde iba, etc. Conversamos un rato y luego llegamos al lugar de cambio de moneda, en Yunguyo, la frontera. Cambiamos de moneda a bolivianos, y fuimos a hacer los trámites de frontera. En la cola, seguía hablando con el mismo señor del bus, acerca de mi largo viaje y me dijo: "ah, entonces no vas a estar para las elecciones" y le respondí: "pues no, seguramente me multarán" y cuando le conté que hubiera votado por PPK, empezó a hablar pestes de él y enseguida me di cuenta que era fujimorista. Lo mejor que pude hacer es no empezar a hablar de política y decirle: "bueno solo espero que el país mejore y avancemos" como para darle punto final al asunto, y así fue. Terminé mi asunto legal y me fui.

Caminé unos 200 metros hasta que llegué a Bolivia, e hice los papeles correspondientes en Bolivia.

Bolivia

Cuando nos subimos al bus, (era el mismo bus) avanzamos unos 50 metros y una chica se paró y corrió hacia el frente del bus diciendo: "¡¡¡falta uno!!!". Enseguida el bus se detuvo y salió el copiloto. Sacó una lista con nuestros nombres y vio que estábamos completos: "éramos 26 los que nos anotamos y yo cuento 26, estamos todos".
Y la chica, que era extranjera, dijo que estaba segura de que faltaba un chico de su grupo, también extranjero y mostró su mochila, sombrero y abrigo que estaban en su antiguo asiento.
Así que se bajó el señor a averiguar. Fue a migraciones, lo buscó en los alrededores y volvió a decirnos que no había señal de él... Ya habían pasado como unos 10 minutos y el resto del bus se impacientaba. El señor dijo: "bueno, sus cosas las vamos a poner en la oficina hasta que se aparezca" y arrancamos sin él.
Este misterio nunca se resolvió, pero especulamos que pudieron haber sido 2 cosas:
1) Cuando cruzamos al lado Boliviano, habían 2 buses exactamente iguales, de la empresa Titicaca. Uno que iba y otro que venía. Puede ser que el pasajero misterioso se haya subido al otro bus y no se dio cuenta nunca... hay que ser bien despistado para no darse cuenta que estás volviendo a entrar a Perú.
2) El señor se bajó cuando cruzamos la parte peruana y decidió no pasar por migraciones en Bolivia, tomó un taxi y se fue a Copacabana sin el bus, esperándonos allá para recoger sus cosas. Si ese fue el caso, seguramente tenía problemas con la ley o con sus papeles. Nadie sabe qué pasó.
En fin, avanzamos y empezamos a ver Copacabana.


Llegamos a Copacabana y bajamos del bus. Tuve tiempo de tomar una fotito



Me dieron muchas ganas de quedarme, porque es un lugar precioso. Pero solo paramos a hacer un cambio de bus para llegar a la Paz.
Nuestro nuevo bus estaba lleno de turistas, se subieron 2 chicas que se sentaron a mi costado, y saludaron muy amables. A medida que nos alejábamos de Copacabana, aparecían unos paisajes hermosos, probablemente los paisajes más hermosos de Sudamérica, el inigualable Altiplano.






Los paisajes aparecían de mi lado y luego del lado izquierdo del bus, así que les pedí a las chicas si podían sacar unas fotos y me dijeron que sí. Luego me di cuenta que hablaban en español, así que nos pusimos a conversar. Era una pareja de chicas súper buena onda, una de Venezuela y la otra de Francia, hablaban muy bien español y nos hicimos amigos muy rápido. Me contaban que venían de Europa y habían estado unos días en Perú, que era su segundo día en Bolivia, y yo les conté que yo me iba para Europa y les hablé de mis planes.
Conversamos mucho todo el camino, eran súper aventureras, me contaban que siempre viajaban a dedo por Europa y que era muy fácil, compartimos experiencias de viaje y mucho más. Me dijeron que era la primera persona con la que conversaban desde que llegaban, que no es fácil que te hablen de la nada por acá (con los locales) y estuvimos de acuerdo con que en todo Sudamérica, probablemente los Peruanos y Bolivianos son los que menos te saludan alegres y hablan sin conocerte, como que se siente que aún hay un cierto resentimiento o algo que nos impide sonreír y saludar a la gente solo porque sí (obviamente no todos). En fin, fue interesante esa conversación...

Sin darnos cuenta, ya estábamos llegando a La Paz, que nos saludaba así:
Las chicas se iban a quedar un par de días por ahí, y yo tenía planeado llegar rápido a mi destino y seguir viajando hacia el este, a Santa Cruz.
El bus nos dejó en cierto lugar, que no era la terminal y nos bajamos ahí todos.
Cargué mi mochila de 20kg y mi didgeridoo, y me fui caminando con un grupo de chicos (todos turistas también) hacia la terminal, cada paso me pesaba mucho, y luego de un largo kilómetro, llegamos.
Lo primero que apareció en mi vista fue un lugar que decía: "Se guardan equipajes" así que muy feliz fui corriendo y dejé mi mochila ahí. Realmente me quité un peso de encima, y me puse a buscar buses a Santa Cruz.
Encontré uno que salía en 1 hora y a buen precio, así que compré mi boleto. Mientras tanto, traté de buscar comida, comí unos snacks por ahí, cargué mi celular y me embarqué. Eran como las 4:30pm.
El viaje duraba como 16 horas, llegaría a Santa Cruz en la mañana.
Otra vez el paisaje era hermoso, pero más hermoso aún fue la puesta del sol que se veía por la ventana:



En el bus pasaron la trilogía de Taken (Una búsqueda implacable) con Liam Neeson. La verdad es que las disfruté, a pesar de que paramos a comprar en la mitad de la 2, y al volver, decidieron pasar a la 3... Es como ver la increíble trilogía de Star Wars, solo ver la primera mitad del Imperio Contraataca y adivinar el resto mientras te enchufan el Regreso del Jedi. Pero bueno, así pasa cuando pagas barato.
Cuando bajamos a comprar, me puse a conversar con una señora. Ella se iba a abastecer a una comunidad a 12 horas de Santa Cruz de cocinas, refrigeradoras, etc, una señora muy buena. De pronto me sorprendió lo consciente que era, y me empezó a hablar de que cada uno debería cultivar su propia comida, generar energía renovable y así poco a poco independizarse del sistema abusivo. Y empezó a hablar del nuevo orden mundial, las agendas y conspiraciones, tipo Monsanto que nos quiere envenenar, etc. Tenía mucho sentido lo que decía, parecía estar bien informada y despierta. Me alegro mucho de que, al parecer, los bolivianos son muy conscientes de muchas cosas, saben que lo que tienen y pueden hacer como pueblo vale mucho.
En la mañana nos detuvimos en un restaurante al lado de la carretera para desayunar. Me di cuenta que ya estábamos en la selva de Bolivia cuando vi el paisaje, muy parecido a nuestros paisajes selváticos, solo que ahí hacía frío.



Después de unas horas, llegamos a la terminal de Santa Cruz.



Al bajar para recoger mi mochila, uno de los señores que venden pasajes me dijo que iba a Puerto Suárez, la frontera con Brasil. Fui con él a su stand en la terminal. Era muy amable y se notaba que no se quería aprovechar de mi (cosa que suele pasarme con frecuencia). 
Había un bus que salía en media hora, y otro a las 6:30pm. Así que compré el de las 6:30pm, el señor guardaría mi equipaje, así tendría tiempo de conocer algo la ciudad.
Salí de la terminal, tomé un bus, me baje cerca a la plaza y caminé por ahí.
Apareció esta iglesia en el camino

Caminé unas cuadras más y apareció la Plaza:


 Con su bella iglesia


Me fui a un café en la esquina, comí algo y seguí caminando. Apareció un snack con un nombre muy curioso en una tienda


Me gustaron mucho las calles de Santa Cruz, todo es muy barato y la gente es muy amable. Tomé un bus de regreso a la terminal y estuve ahí esperando varias horas. Calculé mal el tiempo y conocí muy poco la ciudad. En la terminal vendían unos pancitos riquísimos que se llaman cañapé. Son pancitos con queso por fuera Y por dentro. Mucho queso derretido adentro. Son deliciosos. Me comí como 5.
Estuve dando vueltas, esperando a que sean las 6:30 para irme, cargué mi celular, comí más, afiné más la zampoña con unas lijas, tomé una siesta...
Así que a las 6:30pm salimos hacia la frontera. No pregunté muy bien sobre las horas de llegada ni nada.
Yo tenía en mente llegar a la frontera, pasar algunas noches ahí que es más barato, y luego cruzar a Brasil, porque aún me quedaban como 10 días y ya estaba llegando a Sao Paulo que era mi destino final.
Me subí al bus y arrancamos. Se subió un chico Ecuatoriano, de Guayaquil, víctima del terremoto que  nos empezó a hablar muy bonito, de educación, de solidaridad, etc y luego nos vendió sus artesanías, luego estuvimos hablando un rato. A eso de las 4am, estábamos llegando a Puerto Suárez. Ahí me enteré que habían 2 pueblitos cerca a la frontera, ese y Puerto Quijarro, así que tenía que elegir. No sé por qué elegí bajarme ahí, en Puerto Suárez. El lugar estaba totalmente desolado, oscuro, y llegamos a la comisaría, donde paró el bus. Fui el único en bajar, y preguntando a los policías, me di cuenta que era mejor idea volver a subirme y llegar a Puerto Quijarro. Así que antes de que el bus arranque de nuevo, subí y fui hasta Puerto Quijarro.
Me dio casi la misma impresión, pero encontré unos hospedajes al lado de la terminal. Antes de tocar, me senté un rato al frente a esperar a que amaneciera, para que no me cobren esas pocas horas de noche que quedaban. Cuando salió el sol, toqué el timbre y me hospedé en un lugarcito de esos... Llegar a cada lugar y poder dejar mi mochila era una maravilla, así que yo estaba agradecido cuando veía cualquier lugar donde caer.
Dormí, me bañé (uff, estaba súper sucio), y salí a conocer un poco la ciudad. La verdad es que no había mucho por hacer, solo vi un par de extranjeros, o sea que la gente realmente no paraba ahí a dormir, sino solo cruzaba.
Lo más difícil fue encontrar internet, sobre todo wifi, pues quería al menos estar conectado y compartir. Pero al final lo hice. Lo mejor de todo fue que ahí me enteré que un amigo mío estaba en Sao Paulo viviendo hace como 6 años, y me dijo que me podría hospedar hasta que tenga que tomar mi avión a Madrid, así que ya tenía dónde caer por allá. Paseé un poco en la tarde, y en la noche me fui a la plaza. Había un grupito escuchando música a full volumen desde su carro en una esquina de la plaza, tomando cerveza, mientras yo trataba de bajarme nueva música para el camino.
Dormí esa noche ahí, y en la mañana siguiente, al amanecer, tomé unas fotos de la vista que había subiendo un puente. Recién ahí me di cuenta que el lugar era bello.



Alisté mi mochila y fui a la frontera. Había una cola medio grande.




Hice mi cola de una hora, cambié dólares y bolivianos a Reales, hice mis trámites de frontera y crucé. Ya empezaba a sentir um aireciño brasileiro.



Brasil

En la cola, un señor de Escocia me empezó a hablar. Muy amable y buena onda, hablaba tan bajito y rápido, que no le entendí mucho. Pero al parecer también se regresaba a Europa por Sao Paulo, y hablamos un poco de estos "trucos" que nadie te dice para viajar barato a Europa. Una vez pasado el control de migraciones, fui a esperar al bus que me iba a llevar a Corumbá. Antes de eso me pedí un agua de coco, estaba tan helada que no pude acabármela porque llegó el bus al toque, así que le regalé al Escocés lo que quedaba.
Se subió conmigo un señor boliviano, y conversamos un rato, yo feliz de todavía poder hablar en español. Le conté que era peruano y después de un rato me dijo algo así como "qué chévere tu barba.. y pelo largo". Él también tenía una especie de barba blanca, larga pero poco poblada, y pelo largo. Y enseguida empezó a decirme: "¿Sabes? En Perú está el hijo de Dios, el mesías vive en Cieneguilla, se llama Ezequiel Jonás y hay muchos seguidores de él, a mi me encantaría ir para allá"
Claro, ahí me di cuenta qué él también era un seguidor de estos llamados Testigos de Ataucusi. Increíble saber hasta dónde llega una creencia. Empezó a hablarme de profecías y mil cosas de castigos y bien y mal y esas cosas de las que les gusta hablar. Todo para decirme que yo me parecía a Jesús y etc..
Pero sí hubo algo muy bonito que dijo en un momento que hablaba de caos y destrucción, y fue algo así:
"Un peruano es una luz que ilumina el mundo" y lo dijo de corazón, no siendo él peruano.
Siguió hablando... y en un momento ya era demasiado, y empecé a mirar hacia afuera y empecé a darme cuenta que ya estaba en Brasil y que era hermoso.


Me dejó de hablar el señor cuando empecé a tomarle fotos al paisaje, felizmente. A pocas cuadras, un señor me avisó que ya habíamos llegado a la plaza de Corumbá, así que me bajé con él, fue la última persona con la que hablé español. Llegué y vi que las calles eran anchas y muy bonitas.



Caminé algunas cuadras y me encontré con unos artesanos, a los que les pregunté dónde había un hospedaje barato. Me miraron y me dijeron: "¿Barato?? uff...". Me hablaban y decían cosas y no les entendía nada... "Eu no falo portugeis..." les decía. Hasta que después de muchos "¿Qué? No entiendo" pude entender que me estaban diciendo que había uno de 30 reales por ahí. Así que fui.
Ahí me di cuenta que el portugués y el español solamente se parecen un poco, porque cuando te hablan rápido, y frases enteras, es muy difícil entender. Así que solo quedaba adaptarse y poco a poco ir afinando el oído.
Llegué a ese hospedaje y tomé una siesta, luego salí un rato a dar una vuelta. Una amiga me había escrito por facebook con un montón de recomendaciones de qué hacer en Corumbá. Así que le hice caso y caminé hacia el malecón. Era precioso.



Bajé hasta llegar al puerto y pregunté por un paseo en lancha. Así que negocié con un señor y me llevó por media hora por el Río Paraguay. A esa zona le llaman el Pantanal. Al subirme, se acercó una chica alta, rubia que acababa de tomar un paseo justo antes que yo. Hablamos un ratito, era holandesa. Al parecer había visto un caimán, y me lo mostró. El señor de la lancha le dijo que se suba para tomarle una foto, así que se subió y creo que lo logró. Luego se bajó e hicimos el paseo. El paisaje era muy inspirador.




Llegamos a un lugar lleno de tréboles de cuatro hojas. El señor me dijo que saque uno y pida 3 deseos, mientras sacaba 3 pétalos, uno por uno, y los tiraba al río. Y tenía que quedarme con uno para que se cumplan, así que hice eso.



Fue un paseo muy bonito. Al regresar, en el puerto, la holandesa seguía ahí sentada. Conversamos un rato, ella se iba a Sao Paulo en una hora, y la acompañé a almorzar a un restaurante ahí en el puerto. 
Encontramos unas escaleras bien bonitas.

Ella tenía que ir a la terminal así que nos despedimos y se fue. En la noche tenía planeado salir a tocar en las calles con mi quena. Cuando salí, no había nadie en las calles... todo cerrado, sin movimiento. Me fui a dar una vuelta a la plaza. La plaza estaba cerrada, supuestamente le estaban haciendo mantenimiento. Así que me fui al malecón a tocar zampoña. Fue un momento mágico de conexión con los bambús, y cuando me estaba regresando, aparecieron 3 chicos, viajeros también y cuando estuvimos cerca enseguida sentimos las buenas vibras y nos saludamos muy alegres de encontrarnos. Era una pareja de un argentino y una suiza, y un amigo chileno. Los 3 estaban en el mismo plan que yo, se habían encontrado con que no había movimiento y estaba difícil trabajar en las calles, haciendo música, artesanía, etc.
Así que bajamos al puerto, estuvimos caminando y conversando. Eran muy muy buena onda, hubo una conexión muy bonita. Ellos (la pareja) venían viajando desde Río de Janeiro en una van, haciendo malabares, música, etc. y se estaban yendo a Bolivia, para luego ir a Perú, y así hasta México. Y el chico chileno se los había encontrado por ahí y se les unió.
El chico argentino, Luis, tocaba la armónica increíble y tenía una ahí. Nos pusimos a improvisar una especie de blues con armónica y quena, por momentos quedaba bien! y luego les toqué el Cóndor Pasa, muy feliz de poder compartir música con gente.
Nos fuimos caminando a la terminal como conversando, y también para saber precios de los buses.
Llegamos, pregunté y nos encontramos con una pareja, un chico y una chica argentinos, que acababan de llegar también de Bolivia, y esperaban su Bus para Campo Grande, la segunda ciudad grande del camino. Estaban vendiendo artesanías, haciendo música y malabares. Estaban sorprendidos del cambio radical de Bolivia a Brasil, por la moneda, lo caro que es Brasil, y el tema de la comida, en Brasil parece que ya no existen mercaditos donde hay fruta en cantidades y las señoras te regalan bolsas cuando les pides. Según lo que me contaron, en Brasil solo hay Súpermercados, todo embolsado y lo que se pudre lo sacan por la puerta de atrás en contenedores sellados. Se desperdicia mucha comida...
Así que les deseamos mucha suerte y fuimos de regreso hacia la plaza y hacia su van, donde dormirían.
Nos despedimos, le pude tomar una foto a la van.


El día siguiente alisté mi mochila y me fui a tocar a la calle. Estuve en la esquina de la plaza, supuestamente el lugar con más movimiento, pero nada... muy poca gente. Así que me fui caminando hacia la terminal, y me volví a encontrar a los chicos, estaban haciendo malabares en el semáforo. Esta vez habían 2 chicos más, uno de ellos tenía una flauta traversa y cuando le conté que yo también hacía música, y que estaba tocando quena sobre pistas, se emocionó porque él no había podido trabajar con la flauta porque no tenía pistas. Así que pasé mis pistas por bluetooth para que el también las tocara. Le enseñé el Cóndor pasa, se la escribí casi entera. 
Me despedí y me fui en una moto-taxi (son motos con 2 llantas). Llegué a la terminal y compré mi pasaje a Sâo Paulo. Estuve como 3 horas sentado haciendo música en la terminal, esperando mi bus, pero a modo de practicar, porque casi estaba vacío. Me subí al bus y salimos.
El viaje de Corumbá a Sâo Paulo demoraría 24 horas, parando para comer, etc. Y haciendo algunas paradas en ciudades grandes, como Campo Grande y otras que no recuerdo.
A mi lado se sentó una pareja con sus 2 hijitas: una era bebé y otra una niña. Eran de Bolivia, y hablaban español.
Cuando salimos, a la media hora, nos paró la policía para revisarnos. Se subieron como 3 policías y empezaron a buscar en los asientos.. Uno de ellos se acercó y me preguntó dónde estaba mi mochila y le dije que abajo. Me dijo que se la muestre. Así que bajé, la abrí y se puso a sacar todo y alumbrar con su linterna... Evidentemente se trataba de la policía antidrogas. Y nada pues, me preguntaba que a dónde iba, qué hacía, etc etc. Yo muy calmado le respondía. No sé por qué me vio como sospechoso de algo, pero luego se calmó y se dio cuenta que no tenía nada ilegal. Volví a subir, y así bajaron como a 3 otros señores para rebuscarles sus maletas.
Hasta que terminaron, después de como tres cuartos de hora, y seguimos.
Paramos en una tienda grande en el camino para comprar comida e ir al baño. Ya de noche, cuando trataba de dormir, la bebé de al lado empezaba a dar unos gritos... lloraba y lloraba, la mamá no parecía darle mucha atención. Luego la niña se ponía a cantar, dirigida por su padre, cuando ya todo el bus estaba a oscuras. Me incomodó bastante esa situación, pero mi tolerancia pudo más, y los dejé.
En la madrugada llegamos a Campo Grande, donde bajó gente y seguimos.
A la mañana siguiente, volvieron a pararnos los policías, otra vez se subieron, y otra vez me bajaron, y otra vez abrí mi mochila y les mostré todo... Fácil tengo pinta de traficante o no sé, pero creo que a nadie más lo revisaron exhaustivamente 2 veces en todo el camino.
Así que seguimos, y así, con demoras, después de 26 horas, llegamos a Sâo Paulo, a eso de las 7 pm.

Sâo Paulo es inmenso, y tiene muchísimas carreteras anchas y bien hechas, como toda ciudad moderna. Es muy verde y hay muchos ríos y lagos alrededor.
Llegamos de noche a la terminal, saqué mi mochila y subí por unas escaleras.
No sabía muy bien qué hacer, porque cuando hablé con mi amigo, me dijo que él iba a volver a las 10:30pm, y no sabía si iba a haber alguien en casa antes. Así que decidí hacer hora. La verdad es que al llegar, había tanta gente, me sentía un poco perdido porque evidentemente todos hablan portugués y yo no, y ya me estaba costando comunicarme con la gente.


Entonces me paré en un rincón, puse mi pista, mi sombrero y me puse a tocar quena. Había tanto ruido de fondo que no se escuchaba, y cuando terminé la primera canción, vino un policía, muy amable, a decirme que no se podía tocar en las terminales. Que me vaya afuerita y ahí sí podía. Así que fui afuerita, toqué y tampoco era un buen lugar. Se acercaron unos niños pobres a tratar de sacarle sonido al didgeridoo, y les mostré y se quedaron alucinados. Toqué un rato más y luego me fui. Estaba cansado y no era un buen lugar para tocar.
Tomé el Metro, y me bajé en la estación Saúde. La casa de mi amigo estaba en un barrio llamado Planalto Paulista. Estaba lloviendo, así que me tocó caminar bajo la lluvia, unas 12 cuadras, con la mochila de 20 kg, por calles muy bonitas, pero empinadas, y con las indicaciones que me había dado mi amigo, llegué a su casa. Estuve tocando la puerta con una moneda, no había timbre. Nadie respondió. Eran las 8pm y llovía mucho, cada vez más fuerte. Evidentemente, ya estaba todo mojado y mi mochila también. Solo me quedaba esperar un par de horas. Así que encontré un árbol y me puse debajo de él a refugiarme. Igual caía el agua, así que me acerqué a la caseta del vigilante de la cuadra y con mi portugués básico le dije: "Eu sou de Perú" y me dijo (en portugués): "aaah, tú eres amigo de Carlos?" y muy buena onda, me llevó nuevamente a la casa y dijo "pero debe haber gente" y tocó, pero nada...
Le pregunté dónde podía esperarlo sin que me moje y se moje mi mochila y que me dijo que entre al patio. La casa tenía un patio delantero con una reja. Abrió la reja y me senté, fuera del alcance de la lluvia, por fin. A esperar.
Pasada media hora, alguien abrió la puerta y me vio. "Ah, tu debes ser el amigo de Carlos! pasa!" y me hizo pasar. 
Así que entré a la casa, dejé mi mochila, y nos fuimos a comprar al supermercado. En la casa convivían 5 chicos, estudiantes y trabajadores, y él era uno de ellos, se llamaba Felipe. Compramos unos snacks en el supermercado y regresamos. En las esquinas del camino, en la avenida Indianópolis, habían muchas prostitutas. Parece que era como la Av. Arequipa solo que ellas eran bien guapas y parecían ser mujeres.

Al volver a la casa, vino un amigo de ellos, Rafa, y estuvimos conversando. Era súper buena onda, y era amigo de Carlos. Tocaba y estudiaba guitarra y estaba terminando sus estudios. Le mostré el sonido del didgeridoo, la quena, etc. Finalmente llegó Carlos, lo saludé, y nos fuimos a su cuarto. Estuvimos tocando música los 3, fluyendo con 2 guitarras, bajo, didgeridoo, etc. De pronto empezó a sonar un montón de gente riéndose, conversando, como una reunión. Cuando abrimos la puerta, nos dimos cuenta que venía de la casa. Así que bajamos y la sala de pronto estaba llena de gente. Era el cumpleaños de un chico y después de haber estado celebrando en un bar, fueron a la casa. Saludamos a todos y estuvimos conversando con la gente. Un chico muy buena onda se me acercó y estuvimos hablando en portuñol un rato. Estuvo muy bonita la reunión, a pesar de que no podía hablar mucho con la gente. Después se fueron todos y me fui a dormir. Muy bonita bienvenida a Sâo Paulo.

Una amiga de los chicos se había quedado a dormir y se ofreció a cocinarnos el almuerzo.
Así que salimos y fuimos al supermercado a comprar. La zona era muy bonita
Esta es la vista de la calle donde vivía mi amigo:


La chica, Nina, cocinó una especie de lasagna deliciosa.
Ese día me dediqué a escribir todo esto. Luego bajaron Carlos y Rafa, y emocionado, nos dijo que si queríamos ir a un concierto de funk brasileño en la noche. Yo le dije que sí, encantado.
Carlos me enseñó a preparar tapioca, que son como unos tacos típicos brasileños, solo necesitas la harina y una sartén:



Después de unas horas, nos alistamos y fuimos Carlos, Rafa, Felipe y yo en un taxi.
El taxi nos dejó en un local, tipo un bar. Los chicos miraron medio extrañados, como que no parecía el lugar, pero igual decidimos entrar y averiguar. En el primer piso, habían pantallas grandes donde pasaban un partido de béisbol y muchos tíos con sus cervezas mirando, muchos extranjeros.
Subimos al segundo piso y sonaba una banda en vivo, pero era un hard rock. Yo no entendía lo que pasaba. Le pregunté a Carlos y me dijo: "puta, esto no es, para nada!"
Y Rafa, quien nos había llevado, confundido, entró a facebook y después de un rato se dio cuenta del problema: El concierto de esa banda de funk había sido 1 mes atrás, el 2 de mayo, no de junio...
Fue muy chistoso darnos cuenta de eso, estando ya allá...
Así que salimos de ese bar, Rafa se quería matar. Este era el panorama.


Así que caminamos por ahí...


Y encontramos un barcito en una esquina, con mesitas afuera. Seguía lloviendo. Nos sentamos y nos pedimos una cerveza. Estuvimos conversando toda la noche, y mi oído se estuvo afinando al portugués, a partir de esa noche entiendo mucho más. En Sâo Paulo hay muchos locos. Y se te acercan a pedirte plata, cigarros, fuego, comida, todo. Pero hay muchísimos, cada 5 minutos aparece uno, y realmente si les das a todos, te quedas sin nada. Después de unas horas conversando y tomando cervezas, nos fuimos a caminar por ahí.
Me llevaron a conocer la Av. Paulista, una de las más famosas de Sâo Paulo, donde últimamente hacen muchas protestas y manifestaciones.



Caminamos por ahí y luego tomamos un taxi y nos regresamos a casa. En Sâo Paulo el taxi es muy caro, así que la gente usa Uber. Esa fue mi primera salida nocturna Brasileña.
Fue una muy interesante noche...
El día siguiente se me ocurrió ver en el facebook esta herramienta para ver quién estaba cerca, y me encontré con que mi amigo Guilherme era de Sâo Paulo. Guilherme era un amigo que conocí en Lima, en la construcción (bioconstrucción) del centro de Vipassana, en la que gente de todo el mundo estuvo reunida y conviviendo, construyendo, meditando, compartiendo. Lo único que sabía de él es que era de Brasil, era demasiado buena onda, alegre y amiguero, pero yo no sabía que era de Sâo Paulo.
Así que me puse muy feliz y le escribí. Me respondió en la noche diciéndome que estaba yendo a la fiesta de despedida de un amigo suyo chileno y me dijo que si quería podía venir.
Así que Lucas, uno de los chicos de la casa, en su carro nos jaló a Carlos y a mi al Metro. Tomamos el metro juntos, Carlos se bajó primero y luego yo me bajé en Metrô Sumaré. Nos encontramos y nos dimos un gran abrazo. Fue increíble ese reencuentro. Así que muy felices estuvimos conversando mientras tomábamos un bus. Me enteré de que además de actor y músico, era actor de doblaje, fotógrafo, grababa, mezclaba, un gran artista en general.
Entonces me contó que estábamos yendo a una pequeña fiesta con sus amigos, y que era despedida de su amigo músico Rodrigo Qowasi. Cuando me dijo ese nombre me quedé impresionadísimo. Yo a él lo tengo en facebook y nunca supe quién era, solo sabía que hacía música y también estaba conectado con ciertos instrumentos ancestrales. Y justo ese día, unas horas antes, por alguna razón, estuve viendo sus fotos y preguntándome dónde vivía y etc...
Bajamos del bus y caminamos unas cuadras hacia la casa de sus amigos.


Así que llegamos, y nos recibió su amiga Mayra, súper linda, con un gran abrazo.
Saludamos a todos, y todos eran súper lindos, cálidos, y no tenían ningún problema en hablar Portuñol. Es que todos tenían algún tipo de vínculo con el español, habían 2 chilenos y la gente era muy culta y buena onda.
Eran todos vecinos y amigos de hace tiempo, y enseguida encajé perfecto en ese grupo. Era una "fiesta de vinilo" de despedida. Al parecer cada uno había llevado un disco de vinilo para escuchar. Estuvimos bailando mambo todos en círculo, con coreografías improvisadas... fue increíble. Luego pasamos al rico funk de James Brown y además de bailar, cantábamos e imitábamos esos increíbles gritos de éxtasis de James Brown.
Por primera vez en toda mi vida, probé vino caliente, un trago típico de brasil. Me contaron cómo se hace. Compras el mejor vino tinto que puedas, le pones canela, clavo, cáscaras de naranja, un poco de azúcar y lo pones al fuego. La única manera de saber si ya está listo, es prendiendo un fósforo y tirándolo adentro. Si se prende todo, ya está listo, lo apagas. Si no se prende, aún falta. Era delicioso. Se acabó muy rápido. Fue muy bonito todo, todos bailando, y al fin conocí a Rodrigo, y conversamos mucho sobre música. Mi amigo Guilherme estaba haciendo unos pasos muy divertidos.


Me invitó a dormir en su casa pues estaba lejísimos de la casa donde yo estaba durmiendo y ya no pasaba el Metrô. Fue una gran noche, y mi última noche en Sâo Paulo. 
La mañana siguiente me acompañó al metro y estuve tomando algunas fotos.

En Sâo Paulo los troncos de muchos árboles tienen como musgo, y son muy verdes

En la estación del tren regalaban condones. Se llaman Camisinhas.
"Espera que me pongo mi camisinha"

Así que llegamos a la estación y nos despedimos.


Camino a la casa me la pasé tomando fotos a los caminos, y con esto me despido de este bello país.


Luego me alisté para ir al aeropuerto y me alisté para la siguiente aventura: Europa.